viernes, 21 de septiembre de 2012

29


Son los momentos en lo que no estamos juntos en los que me planteo con la suficiente objetividad y frialdad si es que se puede decir de este modo, cuál es la meta o el fin del camino. Ahora es cuando en mi cabeza resuenan todas esas cosas que hipotéticamente habré dejado si no hay un final feliz. Es tan fácil hacer una elección que nunca te detienes y piensas que pasará más allá del inmediato después, pero con el tiempo las consecuencias de esas decisiones no son más que una posibilidad entre mil que ocurre de forma inevitable, y natural. Lo complejo, quizá, es hacer que esa elección se convierta en la única elección adecuada. El hecho de que ocurran unas cosas u otras no tiene la más mínima importancia, las repercusiones de todo lo que hiciste o haces no significa nada. Tú le das el sentido a todo lo que ocurrió y ocurre, pero lo haces inconscientemente. Lo convencional que pasa a formar parte de tu vida diaria, es viajar preso del pánico por la incertidumbre de hechos futuros, sin tener en mente que nada tendrá significado al menos que tú se lo des.
Entonces te llega el momento, la iluminación, ese origen de coordenadas donde nada perturba el nacimiento de una idea real, clara, útil. Entonces por un segundo, mirando alrededor pero sin fijar la vista, parece que todo cobra la esencia necesaria que lo hace funcionar de la manera perfecta que en ese instante te apetecía. Pero sigues sin saber si es real, o si solo es un manto sobre la misma silueta que contemplaste una y otra vez en alguna otra ocasión.
No se trata de la duda sobre lo que es o lo que no es, se trata de la convicción necesaria y posible para que sea lo que tiene que ser. Hablo el poder de crear lo que queremos que exista en ese mundo pseudoperfecto  que sin apartar la vista de nuestro objetivo se presenta ante nosotros. Percibir lo que deseamos, con independencia de la procedencia o la naturaleza del estímulo. Es la locura que en algún momento necesitamos para evitar la cordura que nos arrastra hacia lugares donde jamás quisimos estar.
Esta es la perspectiva, la de que nada se trata de un balance matemático entre  pérdidas y ganancias, sino del valor abstracto de un balance no numerario. Sopesar el valor del cambio, y significar los términos en la medida en la que nos interese  sin la necesidad de exportarlo, sin la necesidad de comprobarlo, sin la necesidad de buscar el acuerdo, sino con el único fin de que sirva a un solo prósposito, que no es otro sino el de que funcione.
En estos términos la entrega total, no tiene matiz prospectivo con alternativas, sino un valor único, el valor que le hemos otorgado pragmáticamente. No es reduccionista, sino esencialista, en el sentido de que es el núcleo de algunos conceptos los que hemos de manipular para que sirvan. No hay plan maestro, sino, un conjunto desordenado de sensaciones que te llevan al miedo, al riesgo, al coraje, al pesimismo, al sueño….en tantas direcciones que desde la posición racional, jamás habría un avance unánimemente aceptado.  Entregarse, pues, supone bajo este prisma y en mi caso en particular, la forma más útil, sencilla, elegante, bella de estar en el espacio, ánimo y tiempo donde quiero estar. Es, valga la redundancia, particularmente práctico para reafirmar el lugar al que llegué y donde quiero permanecer así como la forma de existencia, y lo que podría ser más importante, para sentar la base de lo que quiero conseguir. Es posible, que más que lo que quiero conseguir, la idea sea, el marco donde quiero que ocurran todas esas cosas que quiero conseguir.

sábado, 12 de mayo de 2012

28

de cómo.
...Y entonces hacer realidad un sueño de niñez, fue lo único que importó. En ese momento solo pensé en que sucedería mañana. El resto del tiempo ya no importaba, iba a hacer algo que quise desde siempre. Nueva vida, nuevo mundo y en definitiva nuevo yo. ¿Sabes en que pienso ahora? Tan solo en que sucederá mañana. Pero ya ha pasado casi un año, y la aventura tras muchos descalabros, tropiezos y algún que otro hueco para sonreir, es algo totalmente distinto a lo que fue en inicio.
Fue una gran idea.
Camino en muchas ocasiones por esos pasillos, me he cruzado contigo un par de veces y no sabes que existo, pero... Bueno, la verdad es que me encantaría contarte una de esas grandes historias que se escriben con tinta rosa pero lo cierto es que nunca fue así. Es mundano, material,físico...llámalo como quieras, pero es real. Nos hemos saludado, y que sepas de mi existencia es un gran paso, al menos para mi.
No busco princesas, no me gustan los flechazos...prefiero hablar de química, de esa sensación sin definir que ocurre cuando te toca esa persona, pero claro que no es una parrafada pegajosa más.
Es como un buen caldo, huele bien, pero sin probarlo sigue siendo solo agua sucia, y siguiendo sin querer perderme en el simil culinario, la buena cocina es siempre de cocción lenta.
Voy a  ir  a por ti, e intentarás detenerme pero será inútil...lo tengo demasiado claro, se que hay algo que tengo que ver con mis propios ojos, o tocar con mis propias manos.
Ese primer contacto ha sido genial, imagino tu cara de no saber qué ocurre, pero no puedo verla, estoy demasiado ocupado fingiendo que para mi todo esto no es nada.
Me gusta pensar que estás intrigada, de la misma manera que yo...pero seamos realistas, esto no lo escribe Meyer y no necesitaremos una saga de libros y películas para averiguar lo que pasará. Me es indiferente lo que pase inmediatamente después de conocernos, ambos sabemos que ocurrirá sea cual fuere el contexto. Lo que de verdad quiero saber es que va a pasar después, cuando el primer después haya caducado.
Aún no hemos tenido una conversación real, al margen de las sonrisas estúpidas, y los silencios incomodos sazonados con miradas esquivas y el intenso sabor de no saber qué decir.
Pero, vamos avanzando... al menos ya nos dirigimos sonidos, sea o no con el fin de comunicarnos. Hemos tomado contacto.
¡Joder! He hecho un esfuerzo, y concentrándome en lo que decías, he descubierto que eres graciosa...me gusta...me gusta que no haya fórmulas de decir las cosas, me gusta que no haya filtros, me gusta que me pongas caras cuando digo cosas raras, y esto es algo que pasa a menudo. Me gusta que seas natural, normal...si es que en algún universo eso ha podido tener un significado positivo.
Un poquito de valor, es eso lo único que he necesitado para invitarte a salir conmigo. Bueno un poquito valor y la reconfortante protección de los veinte kilómetros que nos separan, además de la tranquilidad que da hacer algo protegido por tu portal de internet; gracias Mark te debo una. Esta siendo divertido porque quieres poner reglas, quieres que tu esquema sea el esquema. Pero reconócelo te desconcierta mi perseverancia. En tan solo un segundo he pasado de ser pesado a gracioso, y eso me va a valer tu número de telefono.
Nos gusta no quedar, pero eso ha levantado las expectativas... y por qué no decirlo, ya hay ganas.
La primera vez es curioso, sin contacto, una situación llena de palabras; sin embargo, he de decir que ha estado muy bien. Tu sabes muy bien lo que que quieres y en el orden en que quieres que ocurran las cosas, yo estoy ocupado midiendo cada momento para no dejarme ver en este primer combate, observando quien puedes ser en realidad.
Que la noche acabara con un beso, pudiera parecer previsible, aunque la verdad ha faltado poco para no sera asi. Hay sexo, mucho sexo en cada caricia, en cada beso que nos hemos dado en esta despedida. Tenía que ocurrir, no era per sé mi objetivo esta noche pero quería que ocurriera, con todas mis fuerzas. Por cierto, besas tal y como esperaba, o más bien deseaba, que lo hicieras.
Habrás más.
Hay más.
Ha habido más.
Pasan los días y ya hay pocas cosas que me retengan. Al mismo tiempo que mi sueño de cambiar de mapa se va deshaciendo, hay eventos que toman consistencia para no dejarme ir.
Lo estamos hablando, y ahora ya no es solo físico. Somos grandes cocineros. Sigue sin ser una gran historia para contar, pero es mi historia, y es tu historia.
Supongo que sabes de qué te estoy hablando. A lo mejor no empezó siendo amor, si no una cosa indeterminada a medio camino entre el sexo y echar de menos a alguien.
Vaya palabra más ñoña, amor. En fin, que ha pasado el tiempo y han pasado muchas cosas, tanto buenas como malas, y tu y yo seguimos en la cocina.
GRACIAS.
Historia

jueves, 10 de mayo de 2012

27

He sido muchas personas durante todo este tiempo, no he dejado de ser yo y sin embargo he sido tanta gente que no me conozco. Ahora quiero ser, pero eso es tan difícil...Dejar atrás todas esas cosas que debo abandonar y prometerme que todo va a ser diferente supone la aventura más arriesgada en la que jamás me embarqué. Que todo tenga o no sentido es y no, importante dependiendo del momento en cada circunstancia, en cada nueva situación. A veces solo se desea avanzar a cualquier precio creando problemas cada vez mayores, aunque, generando nuevas historias en las que rizar el rizo un poco más.
Encontrar un horizonte, una dirección en la que caminar pierde importancia en virtud de saber cómo comportarse en el tránsito hacia esa dirección. Devaneos estúpidos con cualquiera de los residuos de una imagen de ti que si bien no recuerdas con claridad, hubo de estar, pues persiste de modo alguno en algún lugar.
Supongo que la pregunta ahora se orienta a la forma en la que ser un yo nuevo, constreñido por el deber, liberado por la elección, más con una necesidad irrefrenable de no ser quien fue alguna vez. No valen ya las promesas hacia los demás, puesto que nadie nos conoce tanto como nosotros...pero cuando ni si quiera tu sabes quién eras o eres, o vas a ser, las promesas son rampas por las que deslizarse hacia lo que proyectas ser, acorde a tu voluntad o no.
Me pregunto cómo saber quien, cómo o cuándo. La obsesión por la respuesta no es tanta como aquella por acoplar la respuesta a los límites de una realidad, tan cuajada de preguntas que la hace parecer absurda . Entonces, ¿de que se trata en realidad?. No creo que exista tal cosa, cada vez estoy más convencido de que los errores no estan en las respuestas, sino en la alterabilidad de lo que llamamos de tantas maneras. Es la multiplicidad de perspectivas, la combinatoria de alternativas bidireccionales que explican y cuestionan las que hacen tambalear el piso.
Quizá la esencia es algo que debemos definir para poder continuar, de la misma manera en que construimos carreteras no para llegar a nuestros destinos, sino para poder surcarlas, hoy y ahora, me gusta pensar que redefino cada partícula de mi ser, para poder ser.
Es más que probable que todo esto solo vaya a ser un parrafo más lleno de paradojas mal expresadas, de ambigüedad mal torneadada, y preguntas sin respuesta. Pero hay algo que es cierto y absoluto, existió, fue imaginado y fue, o tal vez, es; como cualquiera de nosotros.
Solo es cuestión de darle forma.
T.I.

miércoles, 21 de marzo de 2012

26

Solo a veces, mirar y no ver nada reconforta. Es como cuando buscas algo pero en realidad esperas no encontrarlo, y la paradoja anestesia el momento. Hoy no existen los problemas, pero aún así creo significados que no estoy preparado para asimilar. Es mi forma de no conformarme, es mi forma de llamar la atención de esa persona que quiero ser. Me abruma el tiempo pasado, me ha costado convencerme a mi mismo de que esta es la dirección que yo elegí, y no la que decidí elegir. Es complicado, no lo entiendo del todo; pero estoy seguro de que ocurre algo, y que en algún momento lo voy a comprender. Ese momento no será el momento en el que las cosas hayan cambiado, será el momento en el que yo haya paladeado el haber experimentado la diferencia.
Por naturaleza, nos gusta combatir cuando todo es dulce. Luchamos tanto para conseguir algo que ni siquiera sabemos por qué deseamos. No sabemos que hay a ese otro lado. Pero remamos en ese sentido, no preguntamos a nadie si realmente será eso que anhelamos, y de todas formas, seguimos adelante.
Iré mas lejos, pensé, llegaré donde el camino no me supo llevar en todos mis anteriores intentos. El margen de error ahora es tan natural, que no se me pasa por la cabeza considerarlo algo negativo. El fracaso está presente a cada paso, y cada paso se desdibuja para ofrecer gotas de éxito que no calman la sed, y que suscitan tantas y tantas preguntas.
No se qué quiere decir, no lo entiendo, no me preocupa. Esas gotas no me sacian, pero evitan que muera de sed. Esas gotas son manantiales de eterno interrogante que no se han de negativizar.
Al silencio, que le siga una carcajada, o al menos una sonrisa, un atisbo de eso incontrolable que presumo, es lo que llevaba buscando desde hace ya ni se cuánto tiempo.
Raíz de algo no contenible, ahora nada más tiene cabida, nada más ocurre, ni tendrá sentido. Me gusta pensar en la curiosidad inherente al estado de gracia que disfruto, el no saber qué, cuándo o cómo, ni hasta cuándo. Me gusta pensar en la certidumbre de los momentos que habito, la placidez del frágil equilibrio que ahora es aire que respirar.
Que fácil es enseñar esa mueca, la que dice que me ha embriagado todo lo que tenía que llegar, y aún no se si merezco.
Es complejo, y sencillo, toda una contradicción. Es suave y fuerte, tenaz y lábil, como hecho de un material inexistente tan ligero y opaco al mismo tiempo. No se cómo es realmente, redundar en los por qué, no le añade matices que quiera apreciar.
Es. Es suficiente y sin embargo quiero más y lo quiero por más tiempo. Un reloj no es bastante. Es tierno y desgarrador, y duele. Duele tanto como puedes soportar, ni más ni menos. No es doloroso, es sanador, es sentir la justa medida, con más talla. Lo es todo. Me encanta que sea.
Siento algo que no sabía que sería capaz de sentir. Siento algo que no puedo describir,siento algo ahora, aqui, contigo.
Gracias por este instante.