miércoles, 26 de mayo de 2010

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Aqui estoy de nuevo...por si alguien no lo recuerda, Nacho es mi nombre. Ya hace un mes que no escribía, supongo que he encontrado formas mejores de perder el tiempo,o quizá es que no haya encontrado nada que decir. No quisiera autoconducirme a un error, no es que en las anteriores entradas haya dicho nada interesante, y tampoco es que después de esta pequeña reflexión haya llegado a algo que se pueda disfrazar con unas palabras.
Con el bullicio de ahí fuera es complicado oirse pensar, o más bien conseguir pensar en algo...hay demasiado ruido, los recuerdos son voces de muchedumbres enfurecidas, las sensaciones que has experimentado son susurros inaudibles. Solo queda ese sonido, ese incesante ruido. Todo ha pasado ya.
Nos hemos mirado, y hemos fingido no vernos para hacer más facil algo que nunca será fácil para al menos uno de los dos. Se que sonríes, que ya hay cosas que has conseguido dejar de querer recordar. Seguramente muchos te apoyaron, seguramente otros tantos se han compadecido. La condescendencia es, para algunos entre los que me incluyo, sal para las heridas, y a su vez, los latidos que señalan que lo que tienes con la gente de alrededor, está vivo. Creo que estás genial, creo que es así como siempre debiste estar, creo que nunca has estado de otra manera. Odio esas puertas entreabiertas que hacen mirar atrás y al final, te obligan a salir por ellas. Pero es estupendo pensar que todo va bien, pensar que lo correcto es que me sienta bien porque tú estás bien, es genial. Todo ha vuelto a su cauce, ya solo somos una etapa más en esta carrera.
Es realmente complicado concebir que existen otras vidas, y que todas funcionan sin que se entrecrucen con las nuestras. Me produce, personalmente, una doble sensación. Me alivia que fluyamos sin necesidad de un motor, me preocupa no poder ser ese motor.
Hoy soy esa lucecita de standby, me he parado a mirar mi yo de hace unos años. Sigo siendo yo, esto es perenne. Me he parado y he levantado la vista para veros a todos vosotros y a todas vosotras. Muchos sois caminos recorridos, caminos que no volvere a recorrer. Después de detenerme he retomado la marcha, lo hago cada vez más rápido, tanto que, mis huellas no llegan a dibujarse. Dentro de poco volveré la vista, y el paisaje tras de mi no será muy diferente del que haya ante mi.
De un tiempo a esta parte he detenido mi viaje tan pocas veces y durante tan poco tiempo que las cosas han tenido que intensificarse para ser el peaje que suponen esas experiencias. Son solo pegatinas en la maleta... He acelerado el proceso, he conseguido equivocarme de la misma manera pero a una velocidad de vértigo. La inconsciencia al entrar en la partida, casi se sucede inmediatamente de la culpa, el perdón, el olvido... si es que consiguiera olvidar los fines de cuantas historias me han ocurrido.
Con certeza absoluta hay una razón que justifique el devenir de los acontecimientos, ese timón que me ha ido guiando por culpa del cual he encallado alguna vez que otra. Estoy convencido de que me refiero a ese plan maestro del que nos gusta huir y con el que particularmente yo, estoy en guerra.