sábado, 31 de julio de 2010

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Mes de julio en blanco, una zona industrial en reconstrucción. Es obvio que no he escrito porque mi vida lejos de este ordenador ha cambiado. Esta es la décima entrada, y como en alguna otra, debo de decir que todo ha vuelto a cambiar. Esta es una nueva historia, una de esas, que no protagonizo o al menos escribo como si no lo hiciera...bien, lanzo una pregunta al aire...¿cómo pasamos de flirtear con la idea de aproximarse a alguien a temer estar lejos? Podría decir que ahora veo un poco más allá, o digámoslo de otro modo, en este momento me puedo ver reflejado en otros ojos. Es inevitable sonreir en este preciso instante, no puedo no pensar en la sonrisa de una persona a la que le entregado algo.
Es increible, se puede mirar al cielo y verlo de tantos colores como se pudiera imaginar...me cuesta creerlo, es cierto, soy la persona más escéptica del mundo, pero he de rendirme a lo evidente...supongo que en el continuo de sucesos que tenemos el privilegio de vivir, ha de existir un pequeño porcentaje de ellos que nos ciegan frente a una inmensa mayoría que ensombrecen el deseo de llegar a mañana. Hoy no hay nubes en mi mirada, hoy es uno de esos días en los que importa bien poco que transcurran las horas...hoy, ayer, mañana....no existen claves en el tiempo lo suficientemente importantes para ponerle nombre al momento que vivo.
Esto no es una casualidad, es el conglomerado de circunstancias que deseaba sin saberlo. Es todo eso que mientras el pesismismo abrazaba mis palabras peleaba por darse forma a sí mismo. Muchos días pueden ser grandes días, todo tiene que ser tan grande como pueda serlo.
Que pueda derramar una lágrima mientras sonrío como un estúpido no es fruto del azar. Feliz momento, ese en el que puedo extrañar sabiendo que dejaré de echar de menos porque podemos cruzar tantas miradas como se nos antoje.
Ya hay un recuerdo indeleble grabado a fuego, es un recuerdo joven por eso debemos velar por él, conservarlo e intentar que no cambie de ninguna manera; por eso debemos darle la posibilidad de no estar solo, de tener toda una red de recuerdos en la que poder acomodarnos para mirar al vacío y exclamar cosas sin sentido.
Queramos, deseemos viajar por todos los tópicos...intentemos alejarnos de todo, o aferrarnos según nos convenga...
Entiendo que estando arriba, teniendolo todo, es cuando el miedo te asalta e intenta paralizarte...pero no va a ser el miedo quien me pare o el tiempo que me ponga límites...
Me he puesto una meta, y es, no dejar de querer no tenerlas contigo. Eres tanto como debías ser, más de lo que nunca desee que fueras y el tiempo contigo parece ser nunca suficiente.
GRACIAS.